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🦗 Insectos y crustáceos: más parecidos de lo que imaginas (y nutritivos también)

Cuando hablamos de comida exótica o poco convencional, muchos fruncen el ceño al pensar en insectos. Sin embargo, lo que pocos saben es que estos pequeños seres comparten más similitudes con los crustáceos —como los camarones, langostas y cangrejos— de lo que te imaginas. Y, sorprendentemente, también son una poderosa fuente de nutrientes.

🔬 ¿Qué tienen en común?

Tanto insectos como crustáceos pertenecen al filo de los artrópodos, lo que significa que comparten características biológicas importantes:

  • Exoesqueleto: Ambos poseen una cubierta dura externa que protege sus cuerpos.

  • Cuerpo segmentado: Sus cuerpos están divididos en secciones o segmentos.

  • Patas articuladas: Tienen extremidades que les permiten gran movilidad.

  • Sistema nervioso y circulatorio similar.

En resumen: comer un grillo no es tan diferente (biológicamente hablando) a comer una gamba o langostino. De hecho, algunas personas con alergia a los mariscos también deben tener precaución al consumir insectos.

🍽️ ¿Y si hablamos de nutrición?

Los insectos comestibles no solo son seguros para el consumo humano (siempre y cuando provengan de criaderos certificados), sino que además son altamente nutritivos:

  • Proteínas de alta calidad: Algunos insectos tienen incluso más proteína que la carne de res por gramo.

  • Grasas saludables: Incluyen ácidos grasos insaturados, buenos para el corazón.

  • Micronutrientes esenciales: Como hierro, zinc, magnesio y vitamina B12.

  • Fibra (quitina): Algo que la carne tradicional no ofrece.

Por ejemplo, 100 gramos de grillos contienen aproximadamente 20g de proteína, lo cual es comparable con la carne magra, pero con menor impacto ambiental.

🌱 Una alternativa sostenible

Una de las mayores ventajas del consumo de insectos es su bajo impacto ambiental:

  • Requieren menos agua y alimento que el ganado tradicional.

  • Emiten menos gases de efecto invernadero.

  • Se crían fácilmente en espacios reducidos.

  • Tienen altos índices de conversión alimenticia: necesitan menos alimento para generar proteína.

En un mundo que enfrenta crisis climática y escasez de recursos, incluir insectos en la dieta es una opción que cada vez más expertos en nutrición y sostenibilidad están considerando seriamente.

🌍 Culturas que ya los consumen

Aunque para algunos pueda parecer extraño, el consumo de insectos es común y tradicional en muchas partes del mundo:

  • México: chapulines (saltamontes), escamoles (larvas de hormiga), gusanos de maguey.

  • Tailandia y Camboya: escorpiones, grillos, escarabajos fritos.

  • África: orugas, termitas y langostas.

  • América del Sur: hormigas culonas en Colombia.

Para estas culturas, los insectos no solo son alimentos tradicionales, sino también una verdadera delicia gastronómica.

🍴 ¿Te atreverías?

Hoy en día, ya existen productos que hacen el “salto” más fácil:
Barritas energéticas, snacks de grillo, harinas de insectos para repostería, hamburguesas de tenebrios (gusanos de harina)… y la lista sigue creciendo.

Incluso chefs de alta cocina están incorporando insectos en menús gourmet como una opción deliciosa, saludable y responsable con el planeta.


📌 En resumen

  • Insectos y crustáceos son primos cercanos en la evolución.

  • Ambos son ricos en proteínas y otros nutrientes clave.

  • Comer insectos puede ser una forma sostenible de nutrirse.

  • Cada vez más personas se suman a esta tendencia.

Así que la próxima vez que te ofrezcan un snack de grillos, piénsalo dos veces: podrías estar probando el «marisco del futuro».


¿Te atreverías a probarlos? 🦗🍽️
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